Ten un día Promedio

Capítulo extraído del Libro SUPER COACH de Michael Neill.

Traducido por equipo Octhopus.

El General y el CEO

Un General de 4 estrellas estaba dando un recorrido por la empresa que había sido contratada por los militares para llevar a cabo un contrato importante de defensa.

A pesar de la certeza del CEO de que este proyecto en particular estaría terminado a tiempo, el general sintió que el equipo del CEO no estaba comprometido al 100% a terminar el trabajo. Él argumentaba que ellos debían de quedarse en la oficina y hacer “lo que fuera” para tener éxito, aún si esto significaba trabajar muchas más horas, tomar tiempo extra del destinado a su casa y familia y ponerse ellos mismos bajo presión personal y estrés. Él le dijo al CEO que entender el manejo del personal era como comer huevos y tocino en el desayuno: el pollo estaba “involucrado”; el cerdo estaba “comprometido”.

El contratista sonrió y dijo, “Bueno, eso es cierto, General –pero el cerdo está muerto y el pollo sigue produciendo huevos. Yo quiero que mi gente siga “involucrada”.

El general se echó para atrás y el proyecto se terminó en tiempo.

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Estaba platicando con el súper coach Steve Chandler cuando el me dijo: “¡Ten un día promedio!” Un poco sorprendido, le pregunté que a qué se refería. Después de todo, ¿no se trata de tener días “geniales” o incluso “excepcionales”?

Entonces él me contó la historia de uno de sus mentores, un hombre llamado Lyndon Duke, que había estudiado algo llamado “la lingüística del suicidio”. Después de recibir un doctorado de dos diferentes universidades, Duke empezó a analizar notas de suicidio para buscar pistas lingüísticas que pudieran usarse para predecir y prevenir el comportamiento suicida en adolescentes. En su investigación, se encontró con el trabajo del Dr. Abraham Low, un contemporáneo de Jung y Adler que había desarrollado, de alguna manera controversial, su propia forma de psicoterapia en los años 30’s. Low trabajaba con sus pacientes para reconocer cualquier habilidad o talento que ellos pudieran tener, eran esencialmente seres humanos como todos los demás, lidiando con los mismos problemas de la mejor forma que podían. Él llamó a esto el enfoque de la “persona promedio” hacía la vida y lo contrastaba constantemente con lo que él llamó “el camino a lo excepcional”.

En un mundo en el que todos están tratando de ser excepcionales, dos cosas suceden. Lo primero es que casi todos fracasan, debido a que, por definición, si mucha gente se vuelve excepcional, lo excepcional se convierte en común. Lo segundo es que los pocos que tienen éxito se sienten aún más aislados y distanciados de sus compañeros que antes. En consecuencia, tienes a pocas personas sintiéndose envidiados, incomprendidos y solos y a decenas de miles sintiéndose como fracasados por no ser “suficiente”, “suficientemente bueno”, “suficientemente especial”, “suficientemente rico” o incluso “suficientemente feliz”.

Esto resonó profundamente con mi propia experiencia. Cuando estaba en medio de la delgada nube de pensamientos suicidas en la universidad, recuerdo haber deseado poder salir corriendo de mi beca Presidencial y esconderme, tal vez cambiarme el nombre a “Bob” y obtener trabajo en una gasolinera de una estación de servicio en el Medio Oeste. Solo en mi fantasía tarde o temprano la gente empezaría a notar que había algo especial en mi. Empezarían a conducir miles de kilómetros fuera de su ruta para llevar sus carros a ponerles gasolina con “Bob el chico del servicio” y a intercambiar algunas palabras conmigo, dejando la estación curiosamente animados y con un renovado sentido de optimismo y propósito. En poco tiempo alguien descubriría qué excepcional era yo y yo tendría que huir de sus expectativas de nuevo. Yo estaba, desde mi punto de vista, condenado al éxito.

¿Delirio de grandeza? Probablemente.

¿Deprimido, sin esperanza y miserable? ¡Absolutamente!

Uno de los mayores avances de Lyndon Duke lo tuvo cuando estaba lidiando con su propio descontento y oyó el sonido de un vecino cantando mientras cortaba su césped. Se dio cuenta de que a pesar de todo el trabajo “excepcional” que él había hecho, lo que faltaba en su vida eran los simples placeres de una vida promedio.

El siguiente fin de semana fue a visitar a su hijo que estaba teniendo dificultades para terminar su primer periodo en la universidad. Se sentó con él y le contó de sus nuevas expectativas hacía él: “Yo espero que tú seas un estudiante de puras C, jovencito. Quiero que termines tu carrera universitaria sin complicaciones, que conozcas a una joven mujer normal y, si así lo eliges, te cases y vivas una vida completamente promedio!”.

Foto de Morgan Housel en Unsplash

Su hijo, obvio, pensó que su papá finalmente había enloquecido, pero sí logró quitarle la presión de ser tan excepcional.

Un mes después llamó por teléfono a su padre para disculparse. Él obtuvo A en todos sus exámenes, pero estuvo bien ya que solo le dedicó al estudio un tiempo normal.

Y esa es la paradoja de la filosofía de la promesa del “día promedio” –el efecto acumulativo de una serie de días normales que pasas haciendo una cantidad promedio de lo que te gusta y quieres hacer ¡es realmente extraordinario!

Cuando introduje por primera vez esta filosofía del “día promedio” a mis clientes, ellos en ocasiones se espantaban ante la idea de “conformarse” con algo normal después de una vida de sobre cumplimiento exitoso (o fracaso). Para calmar sus nervios los guié a través de una versión de los siguientes ejercicios:

Un día a la vez

  1. Elige un área de tu vida en la que hayas tratado de sobresalir—por ejemplo:

  • Escribir
  • Ventas
  • Ser mamá

2. ¿Qué constituye un día promedio en esa área? No típico, sino promedio (o sea no excepcionalmente bueno ni excepcionalmente malo). Por ejemplo:

  • Escribir: Pasar 45 minutos del día realmente escribiendo
  • Ventas: Hablar con 5 nuevos prospectos
  • Ser mamá: Pasar por lo menos una hora antes y media hora después del colegio enfocada 100% en estar con los niños.

3. Proyecta hacia el futuro —si no hiciste más que repetir tu “día promedio” los cinco días de la semana, que tanta diferencia tendrás en tres meses? ¿En un año? ¿En la vida?  Por ejemplo:

– “Escribir por 100 o más horas en un período de seis meses probablemente sea suficiente para terminar un libro entero, 200 horas en un año serán suficientes para incluir algo de poesía y un guión. Escribir más de 1,000 horas durante cinco años me harán más prolífico.”

– “Hablar con más de 100 personas en un mes acerca de la diferencia que podría yo ser para ellos podría definitivamente conducirme a algunas ventas; más de 1,200 conversaciones sobre la diferencia que sería, en un año me llevaría a numerosas ventas (añade un aumento increíble en el desarrollo de habilidades); más de 6,000 horas de conversaciones sobre la diferencia que sería, en un período de 5 años, me harían rico!”

– “Pasar por lo menos una hora y medía al día con mis hijos los siete días de la semana serían más de 125 horas en tres meses, que serían más que suficientes para realmente conocerlos y sintonizar con sus deseos y necesidades. 500-más horas enfocado del tiempo pasado con mis hijos en el curso de un año crearía un increíble nivel de intimidad amigable y familiaridad positiva. Si hago por lo menos una mínima diferencia en cada una de las cerca de 3,000 horas a lo largo de un período de cinco años, el impacto en sus vidas y el sentido de significado en la mía sería todo menos promedio!” 

4. Has tres pequeñas cosas hoy que logren una diferencia positiva en un proyecto en el que estés trabajando o en la dirección hacía la que te estás moviendo. ¡Repítelo diariamente por el tiempo que quieras!

Reduce la velocidad para hacer más cosas

“Se rápido pero no tengas prisa”

John Wooden

Cuando nos quitamos la presión de ser excepcionales —es decir, ser la excepción a la regla— reconocemos que “suficientemente bueno” es casi siempre suficientemente bueno y que no importa que tanto lo intentemos, nunca seremos realmente capaces de hacer más de una cosa a la vez.

Gabriel Alejandro Uribe
Gabriel Alejandro Uribe

Soy Gabriel Alejandro Uribe Rodríguez, Mentor, Coach, facilitador, autor y orador internacional. Inspiro e influyó de manera positiva a todas las personas que interactuan conmigo, haciendo que el even su nivel de consciencia, prosperidad y creación de su propia Riqueza. Soy modelo de padre amoroso, líder y empresario.

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